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martes, 26 de junio de 2012

La Temible Inquisición en América, preludio de un genocidio



No es difícil de imaginar que el Santo Oficio hizo de las suyas en América.

Lo cierto es que el 25 de enero de 1569 el Rey Felipe II de España establece por real cédula el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en América. Para el 25 de enero de 1750 se creó el Tribunal de la Inquisición en Lima, siendo designado como inquisidor el lic. Serván de Cerezuela.

El blanco de las persecuciones inquisitoria fue la población blanca, pues se temía que en ella residieran espías con recelo hacía la corona española. A su vez los lusitanos, judíos, conversos, musulmanes, protestantes, etc...también estuvieron bajo el riguroso ojo de la Inquisición.

La inquisición más allá de su accionar religioso, también se desplegó a todo el orden´público y privado, ya que la misma se convirtió en la defensora no solo de los dogmas de la iglesias católica, también estaba para custodiar la normas morales imperantes.


A través de la persuasión, la tortura, el exilio, y en algunos caso hasta la hoguera, los inquisidores lograban su cometidos.

Una de las principales diferencia inquisitoriales entre la península y América revestía en los indios, ya que el tribunal no tenía jurisdicción sobre ellos, solo procuraba su evangelización. El principal objetivo era erradicar en estas tierras a los cristianos nuevos sospechosos de judaizantes y a los protestantes.

En lo que respeta  los Autos de Fe, el primero que se realiza en América tuvo lugar en Lima el 15 de noviembre de 1573 y el primer "relajado", o sea quemado, fue Mateo Salado, de nacionalidad francés, por luterano.


Las grandes distancias que separaban a la capital virreinal de otras urbes, hizo que Buenos Aires, Córdoba y Tucumán reclamaran la instalación de un tribunal en sus jurisdicciones, reclamos que jamas fueron respondidos, por lo tanto nunca ocurrió. Finalmente, el 24 de marzo de 1813, la Asamblea General Constituyente del Río de La Plata declaró "absolutamente extinguida" la inquisición en estas tierras.

domingo, 19 de junio de 2011

Clases de putas en la antigua Roma.



Os relatábamos un día de putas en antigua Roma, hoy vamos a ver las clases de putas que podíamos encontrar.

Delicatae: eran las putas de lujo a las que únicamente tenían acceso los más poderosos. Las que ahora se eligen con un catálogo y se les pone un pisito.

Famosae: mujeres que sin ninguna necesidad, por su posición social, practicaban sexo por puro placer. El caso más significativo sería Valeria Mesalina, esposa del emperador Claudio. Como sería de libidinosa esta mujer que, aprovechando la ausencia de su esposo, organizó un concurso en palacio con las meretrices de Roma basado en ver quien se podía acostar con más hombres en un solo día. El “colegio” de prostitutas aceptó el reto y envió a Escila, una auténtica profesional que realizó veinticinco coitos antes de rendirse… Mesalina prosiguió durante la noche y, tras declarar que no se sentía aún satisfecha después de haber yacido con setenta hombres, continuó hasta el amanecer. El recuento final fue doscientos…

Lupae: las que ejercía el oficio en los lupanares.

Noctilucae: las que sólo trabajaban por la noche.

Copae: las que trabajan en la Caupona (era una tienda de bebida rápida y comidas frías ya preparadas – generalmente vino, chacinas, quesos o encurtidos – que podías tomar o llevar. No había bancos ni mesas, sino una barra al exterior en la que los clientes por un as podían templarse con una copa de vino y algo que roer).

Fornicatrices: los que se lo hacen bajo los arcos de puentes o edificios. El término fornix significa arco de donde proviene fornicar (tener relaciones con una puta).

Forariae: ejercían en los caminos rurales próximos a Roma y sus principales clientes eran los viajeros.

Bustuariae: cerca de cementerios… con un poco de misterio.

Prostibulae: en la calle sin ningún control. Recordemos que según escribió Tácito, historiador romano, las mujeres que querían ser prostitutas estaban obligadas a registrarse ante la oficina del edil. Una vez inscritas (nombre, edad, lugar de nacimiento, y su “nombre de guerra”) se concedía la licencia (licentia Stupri).

Javier Sanz.

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