domingo, 19 de junio de 2011

Los Misterios de la Masonería (primera parte)


De las originales fraternidades de arquitectos que se reunían en secreto en galpones hasta las múltiples logias actuales, la institución recorrió un largo camino de transformaciones. En Argentina, vinculó a gran parte de la dirigencia nacional y aún mantiene su sede principal en la calle Perón.

La masonería es una institución iniciática, no religiosa, filantrópica, simbólica, filosófica y fundada en el sentimiento de fraternidad. Se propone la búsqueda de la verdad a través de la razón, el fomento del desarrollo intelectual y moral del individuo y el progreso social.

Hacia 1717 en Europa, la Masonería pasó de sus formas operativas –arquitectos, constructores, albañiles que levantaban catedrales y castillos, entre otras obras monumentales- a un estado filosófico o especulativo, tal como se la conoce hoy en todo el mundo. En su nueva etapa, tomó como sus símbolos los elementos del oficio, entre ellos el nivel, la plomada, la piedra, la escuadra y el compás. La construcción ya no es externa (grandes edificios) sino interna, solo inherente a cada persona en pos de su mejoramiento espiritual y desde allí hacia la sociedad. Cada aprendiz masón talla su propia “piedra bruta” interior hasta llegar a la piedra cúbica o el momento en que encastra perfectamente en la construcción colectiva.

Los constructores y los albañiles se denominaban “masones” en la Edad Media (de “maçon”, en francés). Se reunían en logias, pequeños galpones próximos a las obras en construcción donde, además, guardaban sus elementos de trabajo. Dictaban sus propios reglamentos y normas de conducta, organizaban sus reuniones a través de un rito que fijaba el temario, el orden de circulación de la palabra de sus miembros y escalonaba el acceso a los conocimientos que, a su vez, habilitaba el ejercicio de las tareas dentro de la obra en construcción.

Esas logias o pequeñas entidades gremiales figuran en el Código de Hammurabi, rey de Babilonia, que dictó un código que es considerado como el primer cuerpo de leyes escritas de la historia y que sirvió de base al Derecho Romano. Sin embargo, en materia masónica, el primer código que ordenó esa actividad fue el de las Constituciones de York dictado por el rey Athelstan de Inglaterra, el Glorioso, quien gobernó los reinos anglosajones al sur del río Humber entre los años 924 y 939. Este manuscrito fue reescrito de memoria después de que se extravió su original. Entonces se considera que el original más antiguo es la Carta de Boloña (1248) que regula los usos, costumbres, justicia y administración del gremio de los constructores. Posteriormente aparecieron como fuentes de la regulación masónica el Poema Regius (1390), el Manuscrito Cooke (1410), el Manuscrito de Estrasburgo (1459), los Estatutos de Ratisbona (1459), de Schaw (1598), de Absolion (1668) y el Sloane (1700). En todos los casos se trata de documentos referidos a la denominada “masonería operativa" también conocidos como "constituciones góticas".

Hacia 1630 se dieron documentos referidos a los rituales de la masonería escocesa. Sin embargo, el ritual masónico más antiguo es el denominado Compagnonnage de1655.

La historia presenta debates al interior de la Masonería, en especial por la admisión de las mujeres y por las creencias religiosas; otros temas corresponden al momento inicial de la Masonería. Algunos se remontan al arquitecto que construyó el Templo de Salomón en Jerusalem (Hiram Abif), otros otorgan la calidad fundacional a figuras bíblicas, entre ellas Tubalcaín, Moisés, Noé y retroceden, inclusive, hasta el propio Adán. Con todo, la controversia histórica parece centrada entre los constructores de las pirámides egipcias, los Collegia Fabrorum romanos, la Orden de los Templarios, los Rosacruces y los pensadores del Renacimiento.

Fue en el siglo XVII cuando algunas logias de masones operativos aceptaron recibir a personas que no desarrollaban las actividades de los constructores. Se los consideraba “masones aceptados” en general estudiosos de la antigüedad, el hermetismo (por Hermes Trimigesto) y las ciencias que pudieran corroborarse en los hechos. Nació así el librepensamiento y la especulación filosófica, especialmente en Escocia desde donde se extiende a Inglaterra e Irlanda.

Las logias londinenses, denominadas respectivamente “La Corona”, “El Ganso y la Parrilla”, “El Manzano y El Racimo” y “la Jarra” por las tabernas donde realizaban sus encuentros celebraron una reunión conjunta el 24 de junio de 1717 y decidieron la creación de una institución a la que llamaron “Gran Logia de Londres y de Westminster” y designaron a Anthony Sayery como su primer Gran Maestre.

La nueva entidad estaba compuesta por miembros de la Royal Society próximos a Isaac Newton. En 1723 se dio una Constitución que fue preparada por Jean Theóphile Désagulliers y James Anderson, ambos pastores protestantes. Uno de ellos fue el compilador y por eso se conocen como “Constituciones de Anderson” que fundamentalmente subrayan como condiciones masónicas la tolerancia y las consecuentes aceptaciones de hombres de diferentes razas, opiniones y creencias.

La Masonería especulativa constituyó luego la “Gran Logia de Irlanda” (1725), la “Gran Logia de Francia” (hacia1730), la “Gran Logia Provincial de Pennsylvania” (1731), la “Gran Logia Provincial de Massachusetts” (1733) y la “Gran Logia de Escocia” (1736).

Con el paso del tiempo, la Masonería universal reconoce dos vertientes. Una es la considerada “regular” que responde a la Gran Logia Unida de Inglaterra (logias y Grandes Logias de las Islas Británicas, Estados Unidos, los países de la Commonwealth, América Latina y países de Europa) que reconocen como antecedente común a las Constituciones de Anderson, la creencia en Dios o en un Ser Supremo (Gran Arquitecto del Universo a quien cada masón le atribuye los contenidos que desee en su fuero íntimo). Los integrantes de la corriente “regular” son varones que juran sobre el “Volumen de la Ley Sagrada”, que puede ser la Biblia u otro libro o símbolo de lo trascendente. Sobre él se asientan la Escuadra y el Compás. En estas logias no se permiten las discusiones sobre política partidaria ni religión.

La otra vertiente es la liberal o adogmática basada en el Gran Oriente de Francia (también África francófona y algunos países de Europa y América Latina, preferentemente las Obediencias femeninas y mixtas). Reconoce la absoluta libertad de conciencia, incluye a creyentes y ateos y practican los juramentos sobre el Libro de las Constituciones de la Orden o el Volumen de la Ley Sagrada sobre los que se asientan la Escuadra y el Compás.

La corriente liberal admite el debate de ideas, incluso sobre política y religión y también la participación social.

En todos los casos, la Masonería especulativa reconoce los grados de Aprendiz, Compañero y Maestro que, a su vez, representan los tres grandes ciclos del desarrollo personal. En algunas órdenes masónicas se otorgan otros grados numéricos a los que se consideran complementarios al grado de maestro.

Por Albino Gómez: Periodista, escritor y diplomático.

Continúa.....Los Misterios de la Masonería (segunda parte).
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