El
Doctor Lejeune ha sido un extraordinario médico francés, considerado
mundialmente como uno de los mayores genetistas de toda la historia. Hace unos
veinte años el senado de Francia discutía el tema del aborto y él fue invitado
especialmente. Una de las opiniones en el recinto –fuertemente arraigada– era
la que sostenía que hay embarazos que deben ser interrumpidos cuando los antecedentes
o el pronóstico parecen irreversiblemente malos. Cuando se le otorgó la palabra
al doctor Lejeune, dijo que les plantearía un caso. Este fue:
“Tenemos a un matrimonio en el cual
el marido es sifilítico terciario, incurable y, además, decididamente alcohólico.
La mujer es desnutrida y sufre de tuberculosis avanzada. El primer hijo de esta
pareja muere al nacer. El segundo sobrevive, pero con serios defectos congénitos.
Al tercer hijo le ocurre lo mismo y se le suma el hecho de ser infradotado
mentalmente. La mujer queda embarazada por cuarta vez. ¿Qué aconsejan ustedes
en un caso así?”. Un senador del bloque socialista dice, sin dudarlo, que la
única solución para evitar males mayores es un aborto terapéutico inmediato.
Lejeune deja fluir una pausa, baja la cabeza por un segundo en medio del silencio, vuelve a alzarla y se dirige a todos: “Señores
senadores de la Francia: pónganse de pie por que este caballero acaba de matar
a Ludwig van Beethoven”.
Sueiro,Víctor – El Ángel, un amigo del alma – pág.258
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